8.11.10

nutella para las chicas tristes

Montmartre, París. 9:00 pm. 
Charlotte se sienta en el banco más cercano
y sin poderlo evitar se echa a llorar. 
Lleva varios días vagando por esta ciudad, la ville de l’amour.
Tiene un fuerte presentimiento de que aquí 
encontrará el verdadero amor. 
Pobre Charlotte, qué ingenua es.
Lleva ya siete noches escudriñando los rincones más escondido
de esta ciudad, sin resultado alguno. 
Sin embargo no se rinde, y sigue esperando.
Pero como todos, Charlotte es humana, y en ocasiones,
la tristeza acumulada en su pequeño corazón estalla.

De repente, observa a un chico de unos veinte y tantos años
deambular a unos diez metros delante de ella.
Y como no, cree firmemente que ésta ha sido una clara señal,
y que él es su hombre. 
(Charlotte siempre fue de las de príncipes azules, sapos encantados y nubes color rosa).
Cansada de esperar, se lanza a por él.
Se planta delante suya y le mira fijamente a los ojos.
Oh dios. Grisáceos con un toque de azul.
Se decide a examinar minuciosamente cada minúscula parte de su rostro. 
Labios carnosos, nariz recta, facciones duras,
y una sonrisa que congelaba el alma.
Charlotte siente como se derrite lentamente,
y sabe que es él a quien esperaba.
    
- Charlotte, ¿verdad? Llevo varios días observándote.
Me recuerdas a mí en cierto modo.
Hace un par de años yo también era un alma solitaria
que vagaba por estas calles en busca de lo que
en teoría llamamos  “amor”. 
Mi media naranja, mi alma gemela, llámalo como quieras.
Pues bueno, he venido aquí por un simple presentimiento. 
Sabía que te encontraría, algo dentro de mí 
estaba gritando que diese una oportunidad más a esta ciudad,
y volviera. Y aquí estoy. 
¿Pero sabes qué? No me voy a quedar por mucho tiempo. 
Te voy a dejar aquí mismo, con la intriga de saber más de mí, 
de saber cómo me llamo o qué narices hago antes de acostarme. 
Porque no me parece justo que tú en siete días,
hayas encontrado lo que yo llevo buscando toda la vida.

Y sin más, el chico de las facciones perfectas desapareció.
Se fue por las sinuosas calles de nuestra querida ciudad del amor, 
dejando atónita a nuestra pequeña Charlotte,
inaugurando de nuevo la veda de las chicas tristes.
Y aquí se quedó ella, patidifusa, sin respiración. 
- ¿Qué he hecho yo? – susurró.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Pasaba por los blogs y no he podido evitar comentar aquí !!
Chica no te conozco ni sé nada de ti, sólo sé que lo que leo me gusta mucho. Escribes unas historias con mucho sentimiento; te felicito por tu gran obra
Muchos besos.
Carla!

I dijo...

oh muchas gracias :)

Anónimo dijo...

mmmmquehambre

Maria del Barco dijo...

OOOOOOOOOOOOOH QUE CUKI EL BLOG CARIÑO(L)

te quieromucho

Inés dijo...

Existen tantas Charlottes por el mundo...¿verdad?. Siempre esperando por ese príncipe azul, y, cuando llega...

Lacalledelrecuerdo dijo...

Yo no le hubiese dejado marchar... Kisses!

cristi dijo...

yo tampoco le hubiese dejado marchar! que injusto me parece pobre charlotte!!
irene guapaaaaa tequiero(L)!