30.9.10

del revés

Todavía recuerdo el día en el que dejó de dormir.
Eran las tres de la mañana de un viernes sin salir,
intentaba conciliar el sueño mientras contaba, 
lo que se suele decir, ovejas. 
Pero ella no contaba ovejas, no. 
Ella contaba sueños imposibles, 
bueno, imposibles según ella.
Decidió dejar de dormir, y dar paso a esos sueños.
Pensó que si destinaba esas pocas horas 
a buscar soluciones, las encontraría. 
Nada más ni nada menos.


Es raro, son las cinco, y sigue pensando.


1 comentario:

pause dijo...

yo no cuento nada! yo me duermo solo jajaja un bso! :) genial texto