20.11.10

pequeñas cosas que nos cambian


A nuestra pequeña Charlotte nunca se le dio muy bien todo eso de enamorarse.
Siempre creyó que debería haber nacido en otra época,
en la de galantes caballeros y aparatosos vestidos quizá.
Es un lunes por la mañana y no es que tenga muy buena cara,
y siendo sinceros, ¿quién la tendría? 
después de pasar noche entera llorando a mares porque el chico más perfectísimo de sus más bonitos sueños desapareció. 
Suena un poco utópico, ¿verdad?
Bueno, podríamos resumir la vida de Charlotte en utópica. 
Quién sabe, alomejor gracias a eso sigue su sonrisa.

Finalmente se levanta dispuesta a salir de casa e ir a su pequeño taller. (Charlotte trabajaba en un taller de diseño, con la certeza absoluta de que un día la descubrirían y llegaría a ser como Coco Chanel, Donatella Versace o vete tú a saber)
El día transcurre monótono, sin nada a destacar.
La pobrecita Charlotte ve pasar por la ventana las típicas parejitas de la mano aparentemente imposibles de separar.
No puede dejar de pensar en el chico de las facciones perfectas.
¿Cómo se debe llamar? Empezó a imaginarse los nombres más bonitos que existían.
Obviamente, uno de esos debía ser el suyo.
Ilusa empezó a imaginar una vida con él. 
Viajes a Canadá, tardes tomando el té, amaneceres cogidos de la mano. 
En fin, lo tradicional.

Las 6 de la tarde. Decide volver a casa. 
Qué sorpresa la suya cuando encuentra una carta color carmín en su buzón.
La abre ansiosa y durante diez minutos no hace más que leer, leer y volver a leer.
Ya os lo imaginais, ¿verdad?
Al final será cierto eso que dicen de que tu vida puede cambiar radicalmente en un instante.
y algunas veces, puede cambiar a mejor. ¿Por qué no?

(pd: por si queréis saber qué le pasa a Charlotte en la primera parte mirad aquí)

3 comentarios:

CRISTIN dijo...

Me encanta enserio Iren cada día te superas más; encima con tu gran corazoncito:)

Anónimo dijo...

Impaciente por leer el resto :)

Tocada y hundida dijo...

Joder, es adictivo.